Objeto:
No es el objeto lo que genera la satisfacción efímera que produce el materialismo consumista en el cual la globalización nos ha absorbido, si no es más bien el valor que se le da al objeto del deseo lo que genera una serie de oposiciones ideológicas y/o estéticas incluso en un mismo individuo lo que desencadena esa “felicidad”.
Estos momentos de éxtasis que no son más que la liberación de dopamina, adrenalina y quien sabe que otros neurotransmisores a nuestro corriente sanguíneo, solo son alcanzables cuando se obtiene el objeto de deseo y sus efectos por la posesión de dicho elemento, suele durar tan poco que el esfuerzo invertido en obtenerlo parece innecesario.
Una vez ocurrida la desilusión por el objeto, sobreviene el aburrimiento y la búsqueda de otro (objeto), similar o muy diferente al primero, que abastezca nuestras ansias por autosatisfacernos, volviendo a caer así en el mismo circulo vicioso que nos enceguece.
Evidentemente toda persona que se considere mediamente pensante diría que resulta imposible que un individuo al darse cuenta de este hecho sería capaz de abstraerse de él y así encontrar su “nirvana”, pero esto no es sino otra prueba de la doble imbecilidad de la humanidad (de la cual evidentemente yo no soy libre), pues este aspecto no solo se ve adscrito a los objetos materiales, sino también a los “objetos” emocionales o pasionales, es decir se aplica tanto para comprar un mouse inalámbrico por bluetooh o infrarrojo para la PC, un auto nuevo último modelo o las relaciones afectivas de pareja.
Para los que permanezcan incrédulos sobre el último aspecto, cabe resaltar que no es el hecho de comprar una PC o el hecho de tener una pareja, si no la retribución que se obtiene por el “objeto” de deseo lo que hace ambos eventos similares. Resultan obvias las diferencias entre besar a tu enamorada y jugar un video juego, mas no lo son los efectos corporales y psicológicos que te impulsan a tomar la decisión, pues en ambos casos el confort va a ser generado por una serie de hormonas estimulantes, vasodilatadoras que actúen directamente sobre nuestro sistema simpático, generando así el estimulo que estábamos buscando.
Es necesario resaltar que para el humano promedio (suena completamente arrogante, pero resulta muy simple observar como las mentes más brillantes crean esferas de poder inaccesibles para los que no contamos con los medios o con el intelecto) estos estímulos aparentemente de origen “místico” son las sensaciones más puras y reales que conoce el ser humano y las confunden con estados de vida que una vez alcanzados son supuestamente (digo supuestamente pues no conozco a nadie que los experimente o sepa que los está experimentando ya que sus fronteras son muy difusas) felicidad, amistad o amor.